El síndrome de Down es un trastorno genético causado por la presencia de una copia extra del cromosoma 21, o una parte del mismo, en vez de los dos habituales. Lo más característico son unos rasgos físicos peculiares y la presencia de un grado variable de discapacidad cognitiva.

Le debemos su nombre a John Langdon Down y sus investigaciones en el siglo XIX sobre estas alteraciones genéticas. Un trabajo que concluyó Jérôme Lejeune en el siglo XX al descubrir que el síndrome es una alteración de cromosoma 21.

Actualmente aún no conocemos las causas exactas de este exceso cromosómico, sólo que estadísticamente se relaciona más frecuentemente en mujeres gestantes con edades superiores a 35 años. La incidencia actual en Europa de nacimientos con síndrome de Down es de 11,2 por cada 10.000 alumbramientos.

Las personas con síndrome de Down tienen una probabilidad superior a la de la población general de padecer algunas enfermedades, generalmente problemas del corazón y del sistema digestivo o endocrino. Lo que es menos conocido es que en un gran porcentaje, las personas con síndrome de Down suelen presentar problemas visuales.

Hay fuentes que hablan de que un 80% de las personas con síndrome de Down tienen problemas de visión, aunque la cifra más aceptada es de entre un 60 a 70% de estas personas presentan durante su vida algún trastorno de la visión susceptible de tratamiento o intervención.

Lo que es incuestionable es que las personas con síndrome de Down presentan una mayor incidencia de alteraciones oftalmológicas y de la calidad de visión si lo comparamos con el resto de la población.

El culpable de esta elevada proporción es nuevamente, una consecuencia de la alteración cromosómica. Esta alteración genética provoca que el desarrollo del sistema visual y oculomutor sea diferente. Se ha demostrado que la trisomía 21 tiene efectos sobre el ojo en desarrollo que afectan al adecuado desarrollo de la visión.

El astigmatismo, las cataratas congénitas o la miopía son las enfermedades más frecuentes entre las personas con síndrome de Down aunque también se pueden dar problemas de estrabismo, ambliopía, queratocono o conjuntivitis entre otras afecciones menos frecuentes.

La salud visual de una persona con síndrome de Down es de suma importancia debido a la gran trascendencia que tiene para ellos la esfera visual en la fase de aprendizaje. Una visión con alguna alteración puede afectar directamente al entorno educacional ya que podría disminuir a su capacidad de aprendizaje y de comunicación.

La salud visual de las personas con síndrome de Down está muy vinculada con su calidad de vida e incluso con su integración. La mayor parte de las alteraciones visuales que normalmente padecen pueden ser tratadas si se detectan precozmente.

Los avances en oftalmología y el diagnóstico temprano nos permiten actualmente tratar la mayoría de los problemas oculares que puedan presentar a lo largo de su vida. Por eso la importancia de las revisiones oftalmológicas periódicas.

Los exámenes visuales optométricos y oftalmológicos a pacientes con síndrome de Down se deben realizar de forma periódica para comprobar la correcta salud visual. Estas revisiones nos permitirán corregir de manera temprana cualquier déficit a nivel ocular garantizando que cualquier persona con síndrome de Down presenta una salud visual óptima y con total garantías para que cualquier problema visual no interfiera en su integración social.

Una persona no puede directamente escoger sus circunstancias, pero si puede escoger sus pensamientos e indirectamente -y con seguridad- darle forma a sus circunstancias. (James Allen)

Si quiere profundizar más sobre el tema le dejamos esta Guía Oftalmológica del síndrome de Down elaborada por la Sociedad Española de Oftalmología.