Sin olvidarnos de Navidad, es en los meses de verano cuando hay un mayor consumo de alcohol provocado por las vacaciones, las reuniones con familiares o amigos y el tiempo caluroso, que invita a beber cervezas y combinados bien fresquitos sin parar.

Con moderación, el consumo de alcohol en cantidades limitadas no debe preocuparnos, incluso hay estudios que recomiendan el consumo de pequeñas cantidades de cerveza o vino tinto.

La visión doble

El problema es el exceso y su abuso puede tener graves consecuencias para nuestra visión. Uno de los síntomas más llamativos del exceso de alcohol relacionados con la vista es la visión doble.

Técnicamente hablamos de un trastorno de la visión llamado diplopía por el que las imágenes que perciben el ojo izquierdo y el derecho no se procesan en el cerebro formando una única imagen espacial. La consecuencia es la visión doble.

El alcohol afecta tan significativamente nuestro sistema nervioso que somos incapaces de que nuestros globos oculares miren el mismo objeto y la percepción parece sobreponer dos figuras.

La dificultad para percibir colores

Otro de los problemas del exceso de alcohol y que es menos conocido es que nos dificulta para distinguir los colores y no es un problema menor si vamos al volante o realizamos determinados trabajos. Unos problemas visuales que unidos a la falta de valoración de los riesgos, la pérdida de equilibrio o la falta de coordinación y reflejos nos recuerda que el alcohol es incompatible con el volante.

Según los estudios es suficiente una concentración de entre 0.2 a 0.4 gramos de alcohol por litro de sangre para que tengamos dificultad para percibir los colores, incluso el color rojo. Y además tenemos más dificultad a la hora de adaptarnos a los cambios de iluminación debido al efecto de las pupilas, que es más lento.

Pérdida de la película lacrimal

Nuestros compañeros del Laboratorio de Ciencias de la Visión y Aplicaciones de la Universidad de Granada, incluso han descubierto que un factor causante de todos estos problemas visuales es el etanol.

El etanol, presente en el alcohol, disuelve y evapora la película lacrimal que protege a nuestro ojo. Un efecto que durante la noche aumenta la percepción de halos y otras alteraciones que se producen en la visión cuando nos encontramos en espacios con una baja iluminación.

Pérdida de la visión

La mayoría de estos efectos desaparecen con el tiempo y tras pasar la obligatoria resaca. Los casos más serios y preocupantes son en pacientes alcohólicos crónicos. Estas personas presentan una carencia de ciertas vitaminas que son vitales para la visión y su falta puede originar la pérdida de visión central de forma progresiva.

Una situación que se puede empeorar si le sumamos el tabaquismo, ambos factores provocan provoca una inflamación del nervio óptico que lleva a la pérdida progresiva de la visión.